por Carmen Lia
Cuando admiramos cuadros y esculturas, puede que empecemos por reconocer al artista, el lugar donde creció y trabajó, el momento histórico, el tema de la obra, la imagen o la historia representada y el estilo que el artista usa. Puede que continuemos por analizar la composición, las figuras y formas, la interpretación del espacio y la perspectiva; la simbología, los colores y el claroscuro, las texturas –sean finas o gruesas–. También podríamos compararlo con otras obras del mismo artista o de otros, etc. Esta es una forma académica de entender y apreciar una obra de arte.
Por supuesto, también es cierto que, al observar un cuadro o una escultura, podemos simplemente disfrutarlo, aún si no sabemos nada sobre este. En cualquier caso, se da una experiencia interna, aunque seamos parcialmente inconscientes de lo que nos está diciendo esa obra de arte. Se disparan sensaciones, pensamientos y emociones, lo cual hemos aprendido a reconocer e invitar con gentileza gracias a CI, y no lo hacemos solo con la mente, sino también con el corazón. Allí es donde nace la compasión y desde donde se le puede dejar crecer.
¿Cómo surgió este grupo focal de CI?
El arte ha sido mi profesión y mi pasión. Trabajé como maestra de Historia del Arte en escuelas secundarias hasta que me retiré en el 2010. Después empecé a compartir mi conocimiento sobre el tema con grupos de la tercera edad, al inicio en vivo y luego en línea. Cuando culminó la cohorte de septiembre de la Formación Profesional en inglés el año pasado, tuve una sensación de pérdida, pero luego apareció el arte como una posibilidad para profundizar la comprensión de nosotros mismos. Al hacer alusión a algunas preguntas de CI de una forma muy simple, utilizando temáticas artísticas e imágenes que generen emociones, sensaciones y pensamientos en nosotros, podemos hacer espacio para lo que pueda surgir, viéndolo como un regalo de autoentendimiento, autocompasión y libertad. La primera temática artística que elegí fue “La esperanza / La esperanza como desesperanza”, y luego seleccioné el tema “La espera”, el cual podría ser el título o el significado de las obras de arte. Cada temática incluía obras de arte importantes de todas partes del mundo, distintos estilos y artistas en orden cronológico. El tercer tema fue “La madre y el hijo en el arte, a lo largo de los siglos”, un tema que no solo evoca belleza, también está cargado de emociones. Es una temática tan vasta y rica que, para mis grupos de participantes italianos, tuve que dividirla en varias reuniones semanales, las cuales estoy repitiendo ahora para que otras personas se puedan unir.
Lo que puedo decir es que el objetivo de este grupo focal de CI, “Revistando las obras de arte a través del lente de CI”, me ha dado la oportunidad de experimentar con distintas formas de profundizar mi apreciación del arte, el cual, de pronto, ya no es solo algo externo por observar y valorar, se convierte en un espejo de aquello que está llamando nuestra gentil atención y aceptación. Las respuestas de los participantes han sido cálidas y eso es suficiente para mí, pues estoy consciente de que las representaciones artísticas son meras oportunidades para generar conexiones humanas, en las que cada persona se sienta digna de ser vista y escuchada. Principalmente, es en este espacio donde aprendemos a sintonizar con nosotros mismos, a escuchar con presencia lo que pasa en nuestro interior.
Escuchar, en CI,
No solo se relaciona con el oído.
En CI escuchamos con el corazón,
Abierto, respetuoso, compasivo,
Como un abrazo.
Escuchar, en CI,
No es solo una acción de la mente,
(que juzga o aconseja,
Que busca llenar el silencio y alimentar al ego).
No es eso. En CI, el corazón guía
Y sostiene un espacio seguro y sagrado,
Donde pueden ocurrir milagros de sanación
En vidas humanas, otras, así como las nuestras.
– Carmen Lia