– Por Lorraine O’Mullane
Un poco antes de Halloween del 2019 tuve una reunión que cambiaría mi vida profesional de una manera irreconocible. Tuve la oportunidad de reunirme con el jefe de una gran organización de personal de emergencias y primera intervención, financiada con fondos públicos. Esta reunión surgió del deseo de ayu
dar a los trabajadores y trabajadoras que luchan por salir adelante. Durante los
meses previos a nuestra reunión hubo varias muertes por suicidio en la organización, y la intención era dar otro tipo de apoyo a estos oficiales para evitar que hubieran más pérdidas.
Estaba cerca de terminar mi entrenamiento de CI y había asumido el reto con una confianza a la que me había sido difícil acceder en el pasado. Llevaba varios años trabajando como terapeuta y era evidente que CI había cambiado no sólo m
i manera de estar presente con mis pacientes, sino también mi manera de estar presente conmigo misma. Reunirme con los oficiales y entender cómo es el mundo que habitan me llenó de humildad. Nunca me había detenido a considerar lo que conlleva este trabajo… Como a muchos de nosotros, no se me había cruzado por la mente.
Descubrí una demográfica que asiste al trabajo cada día con la expectativa de que se encontrará con agresión, hostilidad y, en muchas ocasiones, violencia física. Estas personas son las primeras en llegar a la escena de un accidente, de una muerte por suicidio, de un asesinato… No importa de qué se trate, ellos están ahí. Experimentar y ser testigos del trauma es un aspecto normal de sus vidas laborales, y en gran medida lo normalizan para poder continuar con su trabajo y seguir adelante.
Me quedé perpleja ante el deseo universal de “ayudar a las personas” que los llevó a ejercer esta profesión, y cómo a menudo estos oficiales no sabían cómo ayudarse a sí mismos. En sus historias escuché el dolor del trauma que a menudo estaba escondido por el “mito de lo normal” en las experiencias de la niñez. Rápidamente empecé a tener sesiones con un gran número de oficiales y las conversaciones de CI los llevó a entender sus propias experiencias internas.
Ayudar a las personas a reconocer que sus cuerpos les están comunicando algo de lo que sus mentes se habían desconectado fue transformador y empo
derador. A muchas de las personas que tuve la suerte de conocer les va bien en su rol de socorristas y también en sus vidas personales.
En CI entendemos que el trauma no es lo que te pasó, sino lo que ocurre dentro de ti como resultado de lo que te pasó. La simplicidad radical de “entender” esto y de comprenderlo a nivel somático significa que sigo aquí, trabajando con estos oficiales cada semana. Compassionate Inquiry ha cambiado las vidas de muchos socorristas e involuntariamente toca las vidas de aquellos que encuentran compasión en las personas que responden a sus llamados cuando más los necesitan. Estoy agradecida de haber sido parte de este proceso.
Testimonio
“Deseo expresar mi más sincera y continua gratitud con Lorraine, quien ha sido parte de mi vida desde el 2019, cuando mi empleador me recomendó hacer terapia. Como oficial de policía que trabaja en primera línea, tengo que manejar una variedad de circunstancias que me ponen a prueba a nivel emocional y físico a d
iario. Un evento traumático en particular me llevó a aceptar la ayuda que me ofrecían y no he vuelto atrás desde que conocí a Lorraine aquel día. No tenía idea de que Lorraine no solo me ayudaría con lo que en ese momento era un evento traumático específico, sino que se convertiría en mi guía para el camino que emprendería hacia la maternidad. Compassionate Inquiry y la terapia en general me eran conceptos totalmente nuevos, pero ahora se han convertido en un modo de vida.
Mientras navego los días de ser oficial de policía y madre de dos niños, tengo acceso a las palabras y a la guía que Lorraine me ha enseñado en estos años. Mi familia y yo estaremos siempre agradecidos con ella por su gran generosidad y su conocimiento profundo de la mente, el cuerpo y Compassionate Inquiry. Lorraine ha cambiado mi vida”.
