Por Charon Normand-Widmer
¿Qué es la epigenética y por qué deberíamos interesarnos por este tema?
La epigenética ofrece profundas revelaciones sobre el efecto que tiene nuestro entorno y estilo de vida en nuestra genética, sin alterar la secuencia de ADN subyacente. La alteración de la secuencia de ADN lleva a una mutación, la cual puede impactar de diversas formas en el bienestar mental y físico de un individuo.
La primera vez que mostré interés en la epigenética fue mientras enseñaba anatomía, fisiología y patología a mis estudiantes de terapia de masaje. A medida que profundizaba en mi entendimiento de los orígenes de distintas patologías, fui comprendiendo cómo la genética, el entorno y la nutrición impactan nuestra expresión genética. Después, mi educación en trauma se sumó a mis conocimientos base acerca de la importancia de considerar los efectos del estrés y el trauma en el trabajo con clientes hacia su bienestar.
¿Cómo funciona la epigenética?
La epigenética es el lazo entre la genética y los factores ambientales. Explica cómo los comportamientos, la dieta, el estrés e incluso las condiciones prenatales pueden impactar en la salud de varias generaciones. Este campo promete muchos avances revolucionarios en la ciencia de la medicina, especialmente en la medicina personalizada, donde los tratamientos podrían adaptarse al perfil epigenético de cada persona. Adicionalmente, entender la epigenética nos puede ayudar a desarrollar nuevas estrategias terapéuticas para combatir enfermedades como cáncer, diabetes y desórdenes neurológicos y psicológicos, mejorando la salud y la calidad de vida de las personas.
En el núcleo de la epigenética encontramos las modificaciones químicas del ADN y las proteínas asociadas, llamadas histonas, las cuales regulan la actividad genética. Modificaciones como la metilación del ADN y la acetilación de histonas pueden alterar la estructura de la cromatina, el complejo de ADN y proteínas que componen los cromosomas. Esta alteración puede aflojar o compactar la estructura de la cromatina, haciendo que los genes sean más o menos accesibles para la transcripción, el proceso por el cual la información genética se copia en el ADN.
Uno de los mecanismos de la epigenética es la metilación del ADN, donde los grupos metilo se añaden a ubicaciones específicas en la molécula de ADN, típicamente en las bases de citosina. Esta modificación a menudo lleva a un silenciamiento génico, impidiendo que el gen asociado se exprese. Por otro lado, las modificaciones de histonas, como la metilación o la acetilación, pueden activar o reprimir la expresión génica dependiendo de la modificación específica y su ubicación en la cromatina.
El aspecto fascinante de la epigenética es su rol como mediadora de la interacción entre la genética y el entorno. Factores ambientales como la dieta, el estrés, las toxinas e incluso las interacciones sociales pueden inducir cambios epigenéticos que se transmiten de una generación a otra. Este fenómeno, conocido como herencia epigenética transgeneracional, cuestiona la perspectiva tradicional de la genética, donde se cree que solamente se puede heredar variaciones de las secuencias de ADN.
Por ejemplo, los estudios han demostrado que la inseguridad alimentaria que experimenta una mujer embarazada puede llevar a cambios en la metilación de los patrones del ADN de su bebé, generando susceptibilidad a ciertas enfermedades y trastornos de la salud mental. De manera similar, la exposición a toxinas en el ambiente, tales como el humo de cigarrillo o contaminantes en el aire, puede inducir modificaciones genéticas que incrementan el riesgo de desarrollar enfermedades como cáncer, problemas cardiovasculares y desórdenes de personalidad, por dar algunos ejemplos.
Adicionalmente, los cambios epigenéticos no están limitados a los humanos, también los podemos ver en distintas especies de plantas y animales. En la agricultura, el entendimiento de los mecanismos de la epigenética puede tener implicaciones significativas en la mejora de las cosechas y en los programas de cría. Las modificaciones en la epigenética pueden impactar el desarrollo de características como el tiempo de florecimiento, tolerancia al estrés y el rendimiento, proporcionando una oportunidad para mejorar las cosechas en respuesta a los cambios de las condiciones ambientales.
La epigenética y el impacto del estrés
El estrés paternal antes de la concepción, al igual que el estrés maternal durante el embarazo, pueden influenciar la experiencia de vida de una persona de distintas maneras. Primeramente, las personas que fueron expuestas a altos niveles de estrés maternal en el útero pueden más tarde ser más susceptibles de tener dificultades con la regulación emocional, ansiedad o depresión. Esto se podría manifestar en la forma de respuestas emocionales intensificadas, dificultad para manejar el estrés o dificultad para confiar en otras personas. Antes de terminar mi entrenamiento en terapia de trauma, solía interpretar la falta de contacto visual en el otro como falta de modales. Ahora considero que esa persona puede estar desconectada de sí misma (lo cual se da cuando ocurre el trauma) y esto podría estar interfiriendo con su habilidad de conectar conmigo.
Las personas con un historial de estrés prenatal, así como estrés en la vida en general, pueden tener estructuras cerebrales alteradas en relación a la memoria y a la respuesta al estrés, lo cual puede impactar su habilidad de procesar e integrar intervenciones terapéuticas, especialmente aquellas con un enfoque somático. Puede que necesiten enfoques personalizados de terapia que aborden estas diferencias neurológicas específicas. Cuando el cuerpo nunca ha sido un “espacio seguro”, puede ser aterrador y abrumador si quiera considerar conectar con nuestro paisaje interno.
Explorar el impacto que tiene el estrés paternal y maternal durante el embarazo en las primeras experiencias de vida y desarrollo de una persona, puede ser un aspecto valioso de la terapia. Entender las raíces de ciertos patrones emocionales o cognitivos puede ayudar a que los clientes encuentren un sentido a sus experiencias y puedan trabajar hacia conectar más con su esencia.
El impacto del estrés predecesor e incluso del trauma intergeneracional a veces se manifiesta durante una sesión terapéutica, donde el cliente quizás no pueda recordar la primera vez que experimentó cierto sentimiento o sensación. En mi experiencia, es útil recordarles gentilmente que esta sensación puede ser preverbal, posiblemente intrauterina, y que inclusive puede ser una codificación ancestral. Después de todo, nuestros cuerpos y sistemas nerviosos no inventaron la habilidad de experimentar emociones complejas, o de procesar el mundo desde lo cognitivo. Nacimos con estas habilidades, desarrolladas por nuestros ancestros. Junto con estos beneficios, también heredamos trazos de trauma ancestral, que a menudo dan forma a cómo percibimos nuestro entorno.
La epigenética ofrece profundos desvelamientos sobre cómo nuestro entorno y estilo de vida pueden influenciar nuestra expresión genética sin alterar la secuencia de ADN subyacente. Este campo cubre la brecha entre la genética y los factores ambientales para explicar cómo el comportamiento, la dieta, el estrés –incluido el estrés prenatal– y las condiciones ancestrales impactan la salud de varias generaciones. La epigenética tiene un potencial inmenso de revolucionar la medicina personalizada y las estrategias terapéuticas para tratar desórdenes mentales, físicos y emocionales. Entender las modificaciones químicas del ADN y las histonas que regulan la actividad génica nos ayuda a profundizar nuestra comprensión de cómo los factores ambientales pueden inducir cambios que se transmiten por generaciones, cuestionando las perspectivas tradicionales de lo hereditario. Para aquellos interesados en la salud y el bienestar, las implicaciones de la epigenética son vastas, y ofrecen un entendimiento más matizado de la interacción entre nuestros genes y el entorno.